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Siendo matemáticos, y para no pagar la entrada en vano, acordaron que sólo uno de ellos entraría; si estaba bien el ambiente, éste avisaría enseguida al otro por medio del mesero. Cuando entró el primer chinito, en chinga se maravilló con el lugar, sobre todo por que no sólo se deleitó con la vista, si no que vio la libertad que habia de “meter las manos en la masa.” Despues de 1 hora, por fin le mandó al amigo una nota con el mesero, que decía: - 61,31,41,/+31+41,20,20,20. Cuando el chinito vio esto, entró en putiza al lugar. El mesero quedó sorprendido de que el otro hubiera entendido con sólo mirar los números. - ¡Ah! Muy sencillo: 61, 31, 41/+31+41, 20, 20, 20. Se senta uno, tenta uno, calenta uno, entle mas tenta uno, mas calenta uno…¡Vente, vente, vente! |