Para ello, Paco Rosic y su familia han gastado todos los ahorros de su vida y han hipotecado nuevamente su casa para comprar un viejo edificio que cobijará la obra. Paco ha insumido más de 2.000 latas de pintura, gastando unos 9 mil dólares, más los 67 mil que costó el edificio. Este inmigrante bosnio quiso a Dios desde pequeño por encima de las religiones (es hijo de un musulmán y de una católica), momento en el cual su madre le inculcó el amor al arte. "Mis amigos piensan que estoy loco, al igual que mi familia. Pero esto es algo que quise hacer desde que era un niño", declaró el artista. |